En el corazón de Herzegovina, en la ex Yugoslavia, se encuentra este pueblo croata situado al pie de dos colinas, Krizevac y Podbrdo. De ahí el nombre de Medjugorje, que significa "entre las montañas". Estamos en los años 80. La población exclusivamente campesina, logra a duras penas sobrevivir con el arduo trabajo del tabaco y de la vid. La situación política es altamene opresiva. La parroquia franciscana está animada por un "cura de fuego", el padre Jozo Zovko.
El 24 de junio de 1981 sucede el acontecimiento que logrará dar un vuelco a la vida de la aldea: algunos adolescentes ven una silueta femenina luminosa en el caminito que bordea Podbrdo. La señora lleva un niño en sus brazos. El 25 de junio ella vuelve y revela su identidad: Soy la Bienaventurada Virgen María . El grupo de los seis videntes se forma definitivamente con Marija Pavlovic, Vicka Ivankovic, Mirjana Dragicevic, Ivanka Ivankovic, Ivan Dragicevic y Jakov Colo.
La Gospa (Nuestra Señora en croata) volverá cada día para dar a los niños mensajes destinados a ellos mismos, a la parroquia y al mundo: mensajes de paz, de conversión, de amor, para hacer volver al Corazón de Dios a la humanidad que camina lejos de él, en las tinieblas. Desde 1987, estos mensajes son mensuales. La Gospa, además, da a cada vidente algunos secretos que serán revelados a la hora fijada por ella, por intermedio de un sacerdote elegido por cada uno de ellos.
Medjugorje, El triunfo del corazón
“Queridos hijos, esta es la oración más hermosa que ustedes pueden rezar por un enfermo”:
Oh Dios mío, este enfermo que está aquí delante de Ti, ha venido a pedirte lo que el desea y piensa que es lo más importante para el.
Tu, oh Dios, haz que entren en su corazón estas palabras: “¡!Es más importante la salud del alma!” Señor, ¡Hágase sobre el Tu Santa Voluntad en todo! Si Tu quieres que cuerpo, que se le de la salud. Pero si Tu voluntad es diversa, que continúa llevando su cruz. Te rogamos también por nosotros que oramos por el; purifica nuestros corazones para que seamos dignos de donar, a través de nosotros mismos, Tu Santa Misericordia. Protégelo y alivia sus penas, hágase en el Tu Santa Voluntad. Que Tu Santo Nombre sea revelado a través del, ayúdalo a llevar con amor su cruz. Amén.
Gloria al Padre (3 veces)
Tú viniste a nosotros para llevarnos a Dios.
Alcánzanos la gracia de no sólo decir:
¡Hágase en mí según Tu voluntad!,
sino vivirla tal como Tú lo hiciste.
Ponemos en Tus manos nuestras manos,
a fin de que puedas conducirnos a Jesús
en medio de todas las aflicciones y pesares.
Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.