MADRE ADMIRABLE

Fiesta 20 de octubre

Breve historia de la advocación

La santa imagen fue pintada 'al fresco' en 1844 por Pauline Perdreau, una religiosa del Sagrado Corazón, en su convento de Trinita dei Monti, Roma, queriendo "hacer presente a la Santísima Virgen" en el lugar de reunión de las hermanas, sobre uno de los muros del claustro.
El Papa Pío IX, visitando el 20 de octubre de 1846 el monasterio, se detuvo admirado frente a la imagen y exclamó: "¡He aquí verdaderamente a la admirable Madre!". De allí el nombre de nuestra imagen. Los aniversarios de esa visita papal quedaron como la fecha de conmemoración de esta advocación.
La imagen representa a María Adolescente, cuando mediante la oración, el estudio, el trabajo y la pureza, se forma -en el templo de Jerusalén- para su sublime misión. La oración está simbolizada por los ojos bajos y meditativos de la Virgen y el panorama de praderas y de cielo que se abre a sus espaldas; el estudio, por el libro abierto que ya yace abierto sobre su canasto de costura; el trabajo, por el huso que sostiene en su mano; la pureza, por el lirio que se yergue a su costado.
Madre Admirable es la patrona de cualquiera que quiera crecer en su fe y su vida interior. También de los estudiantes y de los padres que buscan ayuda para la formación de sus hijos.

(Clickear en la imagen para ampliar y descargar)


Oraciones

Oración a Madre Admirable
Madre Admirable, que muestras a tus hijos el camino del progreso interior, al mirarte, un deseo santo nos invade: entrar en ese mundo de amor y de gracia en donde vives. ¿Quién como tú, puede enseñarnos esa vida interior? ¿Quién, como tú, puede abrirnos a la vida de Jesús y formar en nosotros sus rasgos divinos? ¡Oh Madre! deja que te miremos.
Tú, Virgen silenciosa, ayúdanos a vivir ese silencio capaz de recibir y mantener adentro nuestro, en medio del barullo de todos los días, la presencia de Cristo. Custodia, Madre, esa silenciosa serenidad y llévanos a preservar nuestro corazón, cada minuto, como morada de Jesús.
Tú, Virgen humilde, enséñanos, en este ambiente donde todos quieren ser más que el otro, esa pequeñez que excluye toda pretensión, que sabe ser dócil y que quiere servir y desaparecer. Tu humildad subió hasta Dios y conquistó su Corazón; que la nuestra lo incline hacia nosotros.
Tú, Virgen fiel, respondiste siempre al menor deseo de Dios, sin que hubiera una sombra de vacilación, entre el llamado de la gracia y tu respuesta. Danos el imitarte en esa prontitud del amor y ese entusiasmo lleno de fe que tuviste para cumplir con Su palabra. Que jamás nos detengan las dificultades; sino que, con esa alegría que centuplica el don, respondamos a cualquier cosa que nos reclame Dios, con tu misma frase: "Yo soy la servidora del Señor".
Madre Admirable, ruega por nosotros y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Amén.


Consagración de las madres a "Madre Admirable"
Madre Admirable, tú que eres Madre y has sabido engendrar a tu hijo en tu corazón, confiada en tu intercesión te encomiendo mi vida y la de mis hijos. Inunda mi corazón de verdadero amor, para que sepa cumplir todos los días, con alegría, mi responsabilidad de madre. Dame, Madre Admirable, la gracia de ser siempre fiel a las enseñanzas del Evangelio y, unida a ti, amar y servir al Señor Jesús en mis hijos, tal como tú lo hiciste con el Tuyo.
Me consagro a ti, para vivir una vida santa, para ser tu imitadora, para que tú "dulce Madre mía" puedas contar siempre conmigo y pueda ayudarte a llevar a su cumplimiento, en mí y en mis hijos, el designio de amor que el Padre tiene sobre cada uno de nosotros.
Con este acto de consagración a ti, Madre Admirable, me propongo vivir continuamente en tu compañía y realizar con tu ayuda todos mis compromisos de cristiana y de madre.
Te consagro todos mis desvelos de madre, mis trabajos cotidianos, mis alegrías y mis penas, mi alma y mi cuerpo, todo mi ser.
Te consagro también, Madre Admirable, a mis queridos hijos, que son también los tuyos. Acompáñalos siempre por el camino de esta vida, que nunca se aparten de Jesús y que, si alguna vez lo hicieran, que, por Ti, a Él regresen, Le sirvan en todo y alcancemos finalmente todos juntos la Vida y Felicidad eternas. Amén.