La historia primitiva nada nos ha dejado escrito acerca de los comienzos del culto a la Virgen María en la Cueva de Covadonga, y las noticias que de aquella época tenemos, es necesario buscarlas en la tradición. Refiere ésta que la Cueva de Covadonga senonede retiro a un ermitaño que la tenía dedicada al culto de la Virgen, cuya imagen allí se veneraba.
En cierta ocasión Pelayo, refugiado con otros cristianos en aquellas montañas, entró en la Cueva persiguiendo a un malhechor. El ermitaño rogó a Pelayo que lo perdonara, puesto que se había acogido a la protección de la Virgen, y que llegaría también el día en que él tendría necesidad de buscar en la Cueva el amparo y ayuda de Nuestra Señora.
Algunos historiadores dicen que lo más verosímil es que Pelayo y los cristianos, en la huída por aquellas montañas, llevaban consigo alguna imagen de la Virgen, que colocaron en la Cueva para implorar su protección, o mejor que la pondrían allí después de la victoria obtenida. . , a fin de dar culto a María Santísima en memoria y gratitud por el triunfo obtenido por su mediación y, más tarde, Pelayo, deseando tributar a María un homenaje perenne, edificó en la misma Cueva un altar a la Virgen María .
Su figura ha sido tallada, encarnada, dorada y policromada sobre madera de roble. El tiempo de su confección es del siglo XVI. Sus medidas son 71,4 cm de altura, incluyendo la peana. La anchura llega a 46 cm, y la profundidad a 21. El Niño actual ha sido colocado en el año 1704, sobre la mano izquierda de la Madre.
En su vestidura merece destacarse el manto que luce Nuestra Señora desde los hombros hasta los pies y cae en su parte posterior en ángulo hasta la base de la peana. Sus colores cambian según los tiempos litúrgicos. El manto normal es de color rojo púrpura, con una cenefa dorada. Se completa con el jubón, camisa de manga larga ceñida al talle, y la basquiña o falda con sencillas estampaciones de motivos florales.
La actual imagen de Covadonga estuvo en la capilla de la Colegiata de San Fernando desde 1778 hasta 1820 en que fue llevada a la Cueva, donde se había habilitado una pequeña capilla para su custodia.
Fuente: https://www.oblatos.com
¡ Dios te salve, Reina y Madre de misericordia!
He subido a la montaña, he venido hasta tu Cueva,
Virgen María, para venerar tu imagen,
“Santina de Covadonga”.
Con tus hijos de Asturias y de España entera
Quiero hoy proclamar tus glorias y unirme a tu canto:
¡Tú eres la Sierva del Señor, nuestra Madre y Reina!
Como peregrino que ansía afianzar su esperanza, vengo a este
santuario, testigo de tanta fe y amor en la historia,
hogar seguro, bajo tu cobijo, entre los montes,
donde pusiste tu Casa y sin cesar dispensas los dones de tu Hijo.
2. Junto con los Pastores y fieles de esta Iglesia de Asturias,
a ti, que eres dulzura y esperanza de cuantos te imploran,
te pido el don de la esperanza que ilumina el futuro,
el gozo perenne de la fe, el ardor radiante de la caridad.
Ayúdanos a vivir en comunión sincera,
sabiéndonos Iglesia de Dios, hermanos de Cristo e hijos tuyos,
para dar testimonio de unidad y reavivar en nuestro pueblo la fe.
Te pido, señora, desde este corazón de Asturias que es tu cueva,
por todos los que invocan tu nombre en tantos otros templos,
que esparcidos en la geografía del Principado,
son faros de fe, santuarios donde brota el fervor de la esperanza,
morada. . . . . tuya donde tus hijos se reúnen en torno al altar.
3. Quiero presentarte y poner ante tus pies, Virgen de Covadonga,
a todos tus hijos de Asturias, las gentes del campo
y los hombres del mar,
los mineros con su duro e inclemente trabajo,
los niños y los ancianos,
los enfermos y todos. . . . . los que sufren en el cuerpo y en el alma,
las familias, y sobre todo, los jóvenes, promesa del futuro,
que buscan la razón y el sentido de su vivir.
Alcanza para todos de Dios, “rico en misericordia”,
con tu poderosa mediación maternal,
la gracia del perdón y de la reconciliación
que Cristo tu Hijo nos ha merecido
para vivir en paz con Dios y con los hermanos.
4. Protege, Virgen Santa de Covadonga,
a cuantos vienen hasta tu templo santo
para unirse en matrimonio bajo tu mirada maternal.
Haz que experimenten como los esposos de Caná,
la gracia de tu intercesión y la presencia salvadora de tu Hijo,
para que la fe cristiana sea fundamento inquebrantable de su hogar
y el amor verdadero fortalezca su unión y se abra fecundo a la vida. Mira, Madre de Asturias, a todos los emigrantes de esta tierra
que desde lejos vuelven sus ojos hasta este santuario,
en espera de poder regresar a su patria y contemplar tu rostro
que atrae los corazones e irradia luz y paz.
5. “Santina de Covadonga”, “causa de nuestra alegría”,
ilumina a cuantos llegan a estas montañas
para que reconozcan, en medio de tanta belleza,
a Quien “yéndolas mirando, con sola su figura,
vestidas las abandonadas de su hermosura” ,
y así se dejen atraer por la bondad y belleza del Creador
que hizo de Ti el vértice de la hermosura humana y divina.
Suscita, Madre de Asturias,
entre los hijos e hijas de las familias cristianas
vocaciones de apóstoles y misioneros:
nuevos sacerdotes, religiosos y religiosas,
personas consagradas y seglares comprometidas,
al servicio del Reino y de la civilización del amor.
Haz que, hoy como ayer, los hijos de Asturias
signen a tu Hijo por el camino de la santidad
y siembren la semilla del Evangelio
desde aquí hasta los confines de la tierra.
6. Madre y Maestra de la fe católica,
haz que Covadonga siga siendo, como antaño lo fue,
altar mayor y latido del corazón de España.
Y a quienes te cantamos como “la Reina de nuestra montaña”
ya todos los hermanos que peregrinan por los senderos de la fe,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre,
que nos ofrece siempre como Salvador y Hermano nuestro.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Amén.