San Blás fue médico y obispo de Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus. San Blás era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta. Según una leyenda, se le acercaban también animales enfermos para que les curase, pero no le molestaban en su tiempo de oración. Cuando la persecución de Agrícola, gobernador de Capadocia, contra los cristianos llegó a Sebaste, sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de San Blás. Allí encontraron a San Blas en oración y lo arrestaron. Agrícola trató sin éxito de hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente fue echado a un lago. San Blás, parado en la superficie, invitaba a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Pero se ahogaron. Cuando volvió a tierra fue torturado y decapitado. C.316.
Tú has creído en la Palabra de Dios con todo tu corazón.
Tú, en medio de las dificultades de la vida, has confiado en Dios sin vacilar jamás.
Tú has amado a Dios sobre todas las cosas y has amado a los hermanos hasta entregar tu vida por ellos.
Nosotros queremos unirnos a los devotos que, a lo largo de los siglos, han acudido a tu patrocinio y recibido tu protección. Venimos a ti para pedirte que intercedas por nosotros ante el trono de Dios. Te pedimos que nos ayudes a mantenernos firmes en la fe a pesar de las dificultades de la vida.
