Patrona de Corrientes, Argentina
Fiesta 9 de julio
Breve historia de la advocación
En el siglo XVI existía en un lugar de la actual provincia argentina de Corrientes, llamado Yaguarí, una reducción de indios que convertidos al cristianismo y pacíficos, se dedicaban al cultivo de la tierra. En 1588, fray Luis Bolaños, de regreso de visitar algunas misiones a lo largo de Guayrá, llevó una imagen de la Virgen obtenida en la región de los indios itatines, de donde proviene el nombre de la advocación.
En Yaguarí se levantó una humilde capilla en cuyo interior, sobre un rústico altar, se colocó la imagen realizada en madera de timbó con rostro de nogal. La imagen tiene las manos juntas delante del pecho en actitud orante. Años después indios salvajes saquearon la reducción destruyendo la capilla. Se llevaron la imagen de la Virgen pero al día siguiente la encontraron en el mismo lugar e intacta. Después de un tiempo se trasladó a una nueva capilla en Itatí (en guaraní significa "punta de piedra").
El 7 de diciembre de 1615, Bolaños, celebró la primera misa en la capilla. Más tarde, en 1624 fray Juan de Gamarra, sucesor de Bolaños inauguró otra iglesia, más amplia, como lo requería el crecimiento del pueblo.
Fue coronada por el Papa León XIII el 16 de julio de 1900.
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Oración a Nuestra Señora de Itatí
Tiernísima Madre de Dios y de los hombres, que bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí, miraste con ojos de misericordia por mas de tres siglos a todos los que te han invocado. Atiende nuestras necesidades que tu mejor que yo las conoces. Concédenos un gran amor a tu divino Hijo Jesús y un corazón puro, humilde y prudente, paciencia en la vida, fortaleza en las tentaciones y consuelo en la muerte. Amén.
Himno a la Virgen de Itatí
Señora de la selvas
y pueblos guaraníes
¡qué dulce nos sonríes,
divina aparición!
Escucha aqueste himno
de férvida alabanza
con vuelos de esperanza
nacido en la oración.
Mira a los fieles, Madre,
que de su amor en prenda
dedícante la ofrenda
más grata a su humildad.
Tus siervos te saludan
del orbe soberana,
lucero en la mañana,
luna en la oscuridad.
Pues en el cielo reinas,
y en nuestros corazones,
queremos tus blasones
sin mancha hoy acrecer
al coronar tu imagen
con la imperial diadema
que es en la tierra emblema
de gloria y de poder.
El homenaje acepta
de antigua fe sencilla,
protege al que se humilla
delante del altar;
sé blanda a nuestras preces,
enjuga nuestro llanto,
y da a besar el manto
a quien te sabe amar.
Al blanco, al negro, al indio
que acampa entre jaguares,
en su infortunio ampares
Oh Virgen de Itatí
y bendecida seas
por siempre lirio y palma,
mientras contrita el alma
del mundo sube a ti.
Carlos Guido y Spano, argentino, 1829-1918