Patrona de la provincia de Jujuy, Argentina
Fiesta 7 de octubre
En 1593 se funda San Salvador de Jujuy. La preocupación de los colonizadores era la conversión de los indios. Los indios paypayas que habitaban el valle de Oclayas eran convertidos al cristianismo en 1595. Estos aborígenes fueron trasladados luego al valle de Palpalá formando el pueblo de San Francisco de Paypaya. Se levantó una capilla con la imagen de la Virgen del Rosario. Por este tiempo una peste "la garrapiña" diezmaba las poblaciones indígenas, las que elevaron sus plegarias a Nuestra Señora del Rosario, no produciéndose más casos.
También sufrían a los feroces indios tobas que asolaban la región. En esa circunstancia se hizo presente la protección de la Virgen, rechazando con su augusta presencia las hordas salvajes y curando a los enfermos. A partir de estos milagros, la devoción popular a la Virgen del Rosario se expande.
Al extinguirse el pueblo de los paypayas en 1714 la imagen fue trasladada a la capilla de Río Blanco (por eso la denominación: Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya)
Fue coronada el 31 de octubre de 1920. Esta advocación también tiene un Santuario en Río Blanco.
También sufrían a los feroces indios tobas que asolaban la región. En esa circunstancia se hizo presente la protección de la Virgen, rechazando con su augusta presencia las hordas salvajes y curando a los enfermos. A partir de estos milagros, la devoción popular a la Virgen del Rosario se expande.
Al extinguirse el pueblo de los paypayas en 1714 la imagen fue trasladada a la capilla de Río Blanco (por eso la denominación: Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya)
Fue coronada el 31 de octubre de 1920. Esta advocación también tiene un Santuario en Río Blanco.
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Oraciones
Oración
¡Madre mía del Rosario! Tú que has erigido un trono de gracias en Jujuy en tu Santuario de Río Blanco y Paypaya, un hijo te implora, te confía sus penas. ¡Ruega a Jesús por mi, Virgen Purísima! Haz que reine la paz en todas las naciones y familias de la tierra. Bendice al Sumo Pontífice, a los sacerdotes, a los consagrados y órdenes religiosas, a nuestra patria y a sus gobernantes y a todos los cristianos. Guarda nuestras familias que con afecto te las consagramos; ten piedad de los padres y madres que las forman, dirige a la juventud, se fortaleza de los débiles, sostén de los ancianos, apoyo de las viudas, salud de los enfermos, consuelo de los atribulados y de las almas del purgatorio. Enséñanos a volvernos a Ti en nuestras penas, luchas y alegrías, abandonándonos siempre en tus bondadosas manos, escóndenos en tu corazón, y que en nuestra muerte sea invocado tu dulcísimo nombre, ¡oh María!, para agradecidos glorificarte por toda la eternidad. Amén.